Después de un largo proceso que duró casi diez años desde que fue postulado, la Unesco declaró como Patrimonio de la Humanidad “El Paisaje Cultural Cafetero”. La región declarada está conformada por 141.120 hectáreas de área principal y 207.000 de amortiguamiento que pertenecen a 47 municipios y 411 veredas de los departamentos de Risaralda, Caldas, Quindío y Valle del Cauca.
La participación de Risaralda en este conjunto es de 32.537 hectáreas de área principal, algo así como el 24% del total, y 49.536 de área de amortiguamiento o de reserva natural, que están distribuidas en todos los municipios del Departamento con la excepción solo de La Virginia, Pueblo Rico y Mistrató.
Este importante logro se debe al esfuerzo y la perseverancia de las autoridades de los entes municipales y departamentales que forman parte del nuevo Patrimonio de la Humanidad, pero muy especialmente al impulso y trabajo de las universidades Nacional de Manizales, del Quindío, la Gran Colombia de Armenia, Católica de Risaralda, Tecnológica de Pereira, de Caldas, de la Red de Universidades Públicas del Eje Cafetero “Alma Mater”, del Ministerio de Cultura y de la Federación Nacional de Cafeteros.
Pocos elementos culturales y pocos conjuntos históricos y físicos pueden superar lo que encierra el proceso sociocultural del café, de su cultivo, producción y maduración hasta la transformación en producto de consumo en todo el mundo; de su incidencia en la positiva evolución de las condiciones de vida de los cultivadores y en general de la zona cafetera; y de su sustento como base de una economía que tiene muy pocas alternativas productivas.
Y eso, en buena hora, es lo que ha exaltado la Unesco luego de un largo proceso de recopilación de información, de investigaciones y observación de los hábitos y condiciones de vida de los productores y de los habitantes de la zona en estudio, y de comprobación que la caficultura es toda una cultura con un impresionante raigambre en la región y una reconocida incidencia en la vida del país.
Ahora lo que sigue es, de un lado seguir contribuyendo para que este conjunto de elementos que nos elevaron a la categoría de Patrimonio de la Humanidad se mantengan intactos, se fortalezcan y sigan siendo motivo de admiración mundial, y del otro, esperar a que este reconocimiento le reporte a la región mayor reconocimiento internacional, más turismo y mejores ingresos económicos.
